viernes, 3 de agosto de 2012

Sistema operativo

Sistema operativo
Es un programa de control que se encarga de realizar la interface entre los componentes de hardware y software mediante el núcleo que permite interpretar los mandatos en lenguaje de alto nivel que realizan programas a lenguaje de maquina, teniendo por objetivo la facilidad del uso de la computadora.
Sus funciones son:
  • Facilitar el uso de la computadora.
  • Gestionar y asignar recursos hardware.
  • Gestiona los dispositivos en memoria masiva.
  • Apoya a otros programas.
  • Protege datos, programas, etc.
  • Identifica y autentifica a los usuarios que hacen el uso de la computadora.
  • Contabiliza la utilización de los recursos realizados por los distintos usuarios.
Los recursos administrados por el sistema operativo son:
  • Procesadores.
  • Dispositivos de entrada.
  • Dispositivos de almacenamiento.
  • Datos.
Y estos se clasifican en:
  • Por servicio
    • Por número de usuarios
v Monousuarios
v Multiusuarios

  • Por el número de tareas
v Monotareas
v Multitareas

  • Por el número de procesadores
v Uniproceso
v Multiproceso
  • Simétrica
  • Asimétrica

  • Por la forma en que ofrecen sus servicios
    • Sistemas operativos de red
    • Sistemas operativos distribuidos

La estructura de la odisea

La estructura de la odisea

Cuando se inicia el poema, ya habían transcurrido diez años desde el término de la guerra de Troya. Odiseo llevaba siete años retenido en la isla oggia, donde vivía la diosa calipso, que lo tenía atrapado en sus hechizos. Mientras tanto, la corte de Ítaca estaba en manos de cínicos que cortejaban a la reina Penélope.
Cuando Zeus obligo a calipso a liberar a Odiseo, el héroe se embarco en una balsa y llego a la corte de los feacios. Allí durante un banquete, Odiseo relato el fin de Troya y las peripecias que había pasado.
Al concluir el relato, Odiseo fue llevado por los feacios a Ítaca, donde, después de disfrazarse, comenzó a urdir tretas para reconquistar el poder y castigar a los traidores.

 


El mito de la Atlántida

El mito de la Atlántida

Según el mito narrado por Platón:
Al principio de los tiempos habían islas frente a las columnas de Hércules, donde el mar se transformaba en océano, esa isla maravillosa era el dominio del dios Poseidón, que vivía allí con Clito, una joven por la cual sentía un amor profundo y que lo había inducido a construir un reino fantástico: palacios, jardines, patios, juegos de agua, manantiales y dulces arroyos.
Los dos amantes habían engendrado a un hijo, atlante, que se convertido en señor de ese territorio encantado.
La isla fue dividida posteriormente en diez partes: en cada una reinaba un descendiente del dios mar, un Atlántide. El reino de los Atlántides fue vencido por atenea, y la isla se hundió en el mar luego del cataclismo.

Las amazonas

Las amazonas

Heracles (Hércules) y Teseo se enfrentaron en sus empresas contra el invencible pueblo de las amazonas.
Los antiguos consideraban que estas mujeres vivían al margen de la comunidad civil y que habían cimentado un régimen social en el cual ellas realizaban tareas normalmente asignadas a varones.
A estos les tocaba en cambio, ocuparse de las tareas domesticas y de la crianza de los hijos. Las amazonas eran mujeres muy valientes, capaces de combatir y cazar hombres. Según algunos, solían mutilarse un seno para poder manejar con facilidad el arco y las flechas. Teseo se enamoro de la reina de las amazonas, Hipólita, la cual le dio un hijo, Hipólito.

El mito del laurel

Mitologia

El mito del laurel

A apolo le gustaba el laurel, porque sus fragantes capullos le recordaban a una bella ninfa llamada Dafne. Cuyo corazón había tratado de conquistar. La había visto en el bosque persiguiendo al veloz ciervo, y sus mas tiernas palabras no lograban conmoverla, porque cupido había traspasado su corazón a Dafne con una de sus flechas de plomo, de modo que la ninfa no sentía amor por nadie… y por Apolo, menos que por ningún otro.
Pero no era fácil desalentar a apolo. Cuando mas huía de el la doncella, mas audaz se volvía este. Cierto día, la persiguió incansable, decidido a hacerla su esposa. Aunque Dafne era veloz, no podía vencer en semejante carrera.
Alzando sus ojos al cielo, Dafne imploro a diana que la salvara…, porque la propia diosa era virginal. La plegaria obtuvo una extraña respuesta. De pronto, la muchacha no pudo seguir corriendo: sus piececitos quedaron enraizados en la tierra. Alrededor de su esbelto cuerpo crecía crecía rápidamente la corteza de un árbol y, en el propio instante en que alzo los brazos, estos se trocaron en ramas. Todo su suave cabello se convirtió en las relucientes hojas del laurel, y su bello rostro en rosados capullos.
Apolo retrocedió asombrado, al ver lo sucedido. Luego comprendió lo ocurrido y admiro la virtud y el valor y la virtud de Dafne.